¿Un sueño hecho realidad?
“A partir de ahora, no hay jefes. Todos tendremos el mismo rango y tomaremos decisiones de forma grupal. Dejarán de existir las jerarquías y las relaciones laborales serán totalmente horizontales”.
¿Qué os parecería encontrar una nota como esta en vuestro escritorio? Dejaríais de estar presionados por si os despiden, por las broncas, o por no poder opinar libremente sobre temas de trabajo. Además, iríais todos juntos al afterwork y no haría falta tener dos grupos de whatsapp.
Pero ojo…Todavía no abráis el cava. Si profundizamos un poco en esta afirmación, veremos que no es oro todo lo que reluce.
Esta filosofía de trabajo –Holacracy la llaman- consiste principalmente en suprimir cualquier tipo de jerarquía y establecer pequeños grupos de trabajo que deberán asumir parte de las responsabilidades y proyectos que se presenten. Seguro que es un método innovador y probablemente tenga muchas ventajas, pero no serán más que los inconvenientes que a bote pronto pueden apreciarse.
El galgo y el dromedario
Existe una sentencia que corre por las agencias de publicidad, aunque podría ser aplicable a gran parte de las empresas, que asegura que “un dromedario es un galgo creado por un comité”. Es decir, que sería suficiente con que varias personas opinaran acerca de una idea tratando de buscar una solución común para que ésta deje de ser óptima. En este punto, el pensamiento colectivo se come al individual.
Equipo
Los grupos de trabajo se basan en la negociación, y pueden acabar adoptando una solución que guste a todos, pero a la vez, no apasione a nadie. Muy probablemente, los miembros del equipo de trabajo tiendan a conformarse a los juicios grupales.
“A partir de ahora, no hay jefes. Todos tendremos el mismo rango y tomaremos decisiones de forma grupal. Dejarán de existir las jerarquías y las relaciones laborales serán totalmente horizontales”.
Además, el -más que probable- fracaso de ese dromedario no será responsabilidad de nadie. Se comparte el error. Se ha negociado y se ha diluido la responsabilidad.
En este sentido, apuntaremos también que este tipo de filosofía empresarial puede potenciar la capacidad de liderazgo innato de algunos, jerarquizando de nuevo las relaciones y permitiendo a un reducido equipo tomar las decisiones que crean pertinentes, pero sin asumir jamás una responsabilidad directa por una mala decisión: ésta siempre será del grupo.
¿Precariedad?
Aun obviando este primer gran inconveniente, Holacracy se presenta como una forma más de precariedad del trabajador: una persona –o un equipo- deberá asumir las tareas de un directivo. Sabemos que los jefes tienen horario flexible, pero normalmente es tan flexible que se come todas sus horas de ocio. Aunque seguirán cobrando como si fueran trabajadores en plantilla. Es más, por muchos méritos que hagan, no habrá oportunidad de ascenso y mejora. Porque no hay mandos intermedios.
¿Qué opináis sobre este método? ¿Aún seguís pensando en abrir el cava?
