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Y tú, ¿padeces iPostura?

Paula Llull05/09/2014
Las nuevas tecnologías, que se supone que debían ayudarnos a liberarnos de muchas de nuestras cargas de trabajo, a veces las aumentan. Gracias (o por culpa) del whatsapp, del mail, de los smartphones y el 3g estamos todo el día online. ¿Qué pasa si el jefe te manda un whatsapp, ve que lo has leído y has tenido la desfachatez de no contestar?

Esta situación ha llevado a que, en algunos países, se hayan comenzado a tomar medidas encaminadas a que los jefes tomen conciencia de que esta permanente comunicación con el empleado supone una transgresión de sus derechos. Recientemente, dos grandes sindicatos de Francia alcanzaron un acuerdo con las dos principales patronales del sector de asesoría técnica, ingeniería, servicios informáticos, recursos humanos y consultoría (Facebook, Google y Deloitte entre otras). Gracias a este acuerdo, los trabajadores podrán ‘desenchufarse’ una vez hayan cubierto el máximo de 13 horas diarias que marca la ley; de esta forma, dispondrán de un tiempo de descanso mínimo diario de 11 horas consecutivas. Asimismo, se contempla que los fines de semana puedan tener al menos 35 horas consecutivas de ocio. Adiós, pues, a los correos enviados a última hora de la noche, primera de la mañana o festivos.

Aunque aquí en España, UGT y CCOO todavía no han negociado con nada parecido, nosotros también nos llevamos el trabajo a cuestas por culpa de la tecnología. Así pues, mientras no llegue ese día, debemos aprender nosotros mismos a gestionar nuestro horario, aunque no seamos consultores o trabajemos para Google. Hay que aprender a discernir qué es urgente y qué no lo es, y a dejar los aparatitos lejos cuando estemos disfrutando de alguna actividad de ocio o descanso.

De hecho, basándose en las tasas de productividad, salarios y horario de nuestros vecinos europeos, cada vez salen a la luz más propuestas con alternativas para fomentar la flexibilidad de las empresas y poder proporcionar a los empleados jornadas laborales adaptables que les permitan conciliar su vida personal y laboral. Si no aprendemos a desconectarnos, podemos padecer algunas dolencias físicas y mentales que sin darnos cuenta, a la larga se conviertan en enfermedades crónicas.


Enfermedades que nuestros padres no sufrieron



  • iPostura: Sentado, con la espalda encorvada y el cuello hacia abajo es una postura cada vez más frecuente, la vemos en todos lados y ya no nos sorprende. Ya no nos preguntamos qué hace ese con una pose tan rara, porque nos resulta obvio que juega con el iPhone. Esta postura, a la larga puede provocar una presión adicional en la columna, causando dolor en las cervicales, hombros y espalda. Una periodista mallorquina residente en Londres se dedica a fotografiar iPosados en un trabajo titulado “what color are your eyes?”. Unas fotos que no hacen más que evidenciar ese 84% de ingleses entre 18 y 24 años que sufren esa dolencia.





  • Nomophobia (No-mobile-phobia): Este malestar aparece cuando sientes ansiedad por no poder utilizar el móvil, y te agobias cuando te quedas sin cobertura, sin batería o no lo encuentras (“¡he perdido el móvil!”: momento trágico que suele durar unos 5 minutos, hasta que miras en el baño –sí, su sitio- y ahí estaba). Si te lo dejas en casa necesitas volver a casa porque te sientes desnudo.



  • Síndrome del ojo seco: Mirar fijamente la pantalla y concentrarse en el texto de un dispositivo móvil reduce un tercio el número de parpadeos, causando cambios en la producción de lágrimas y, por lo tanto, provocando daños permanentes en los ojos.



  • Cibermareo: Este malestar se produce por la desincronización entre los movimientos de los ojos y las señales percibidas por el sistema de equilibrio, que el cerebro interpreta como movimiento real y puede causar náuseas, fatiga visual y mareos.



  • Cibercondria: Sospechas que puedes tener una leve anemia y acudes al Doctor Google, pero sales convencido de que tienes una rara enfermedad que requiere hospitalización inmediata y que todavía está en fase de estudio clínico. Tus síntomas coinciden perfectamente con el testimonio de una mexicana que está pasando un infierno. ¿Te suena?. De nuevo, te has autodiagnosticado. Con un poco de suerte no es grave y no acudes también a la automedicación.

Nuevas tecnologías, nuevas enfermedades
Nuevas tecnologías, nuevas enfermedades

Todas estas y más dolencias se asocian a la adicción –sea laboral o no- a las nuevas tecnologías. Son enfermedades tan recientes que aún no se puede tener perspectiva sobre ellas, así como tampoco estudios temporales y consecuencias a largo plazo, pero aún así, no parecen pintar muy bien, ¿no creéis?.


Y vosotros, ¿padecéis alguna de éstas ciberenfermedades?

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