“Sólo 100 años más” para acabar con la brecha de género
Redacción Protección Laboral15/12/2017
El Foro Económico Mundial no para de darnos malas noticias. Si hace poco se publicaba que el mundo desperdicia un 38% de su talento y que sólo 25 países lo aprovechan al menos en un 70%, su último informe ha sido aún más desalentador. Según la institución, al ritmo actual se tardará hasta un siglo en igualar las condiciones entre mujeres y hombres.
Cien años para acabar con la brecha de género, pues la reducción de ésta se ha estancado. El informe no sólo tiene en cuenta los salarios, sino también otras variables como la participación política de las mujeres y su acceso a la educación, salud e igualdad laboral. De hecho, los indicadores de paridad presentaban un progreso lento pero constante durante los últimos 10 años. Aun así, desde 2017 los resultados han empeorado, siendo el ámbito económico y el profesional los más afectados.
Klaus Schwab, presidente y fundador del Foro Económico Mundial, expresó su preocupación al respecto: “La desigualdad de género priva al mundo de un enorme recurso de talento sin explotar en un momento en que es tan importante”.
El documento, que sitúa la brecha de género en un 68%, vuelve a ser encabezado positivamente por países ya tradicionalmente ejemplares como Islandia -con la brecha más delgada, de un 87%, y que probablemente tenga relación con su recién aprobada ley que obligará a las empresas a certificar la igualdad de salarios-, Noruega y Finlandia. De cerca, les siguen Ruanda y Nicaragua. Ambos, en gran parte, por la participación femenina en el foco político.
Los países con mayores índices de desigualdad son, según el foro, Yemen, Pakistán, Siria y Chad. Y grandes potencias como Estados Unidos han bajado en calidad, situándose este en el número 49 de la lista, pues su “empoderamiento político” obtiene los resultados más bajos desde 2007.
España, por su parte, ha subido 4 puntos en el ranking, aunque se señala que “sigue suspendiendo en igualdad”. Cabe recordar que en 2006 había llegado a ocupar el número 11 de la lista.
El informe del Foro concluye lamentando la falta de presencia femenina en ámbitos que todavía parecen estar reservados solamente para los hombres. Recalca que la igualdad de derechos es básicamente justicia social y que sólo garantizando el desarrollo saludable de la mitad de talentos del mundo, éste podrá prosperar hacia una competitividad auténtica.
La clave está en la educación, pues se advierte que asegurando el acceso equitativo a ésta se reducen las tasas de mortalidad materna e infantil, se incrementa la fuerza laboral y también los salarios. Otros estudios del Banco Mundial indican que invertir en educación femenina incrementaría los ingresos de las mujeres entre un 54% y un 68%. La propia OIT también ha declarado que la paridad podría incrementar notablemente el PIB de países como Reino Unido, Estados Unidos, Japón o Francia.
Aun así, falta un cambio de mentalidad por parte de gobiernos e instituciones tanto públicas como privadas. Recordemos, si no, la difícil tarea de desarrollarse como profesional en el mundo académico y de ciencias. Espacios que deberían dar ejemplo de buenas prácticas también se quedan encallados cuando de evolución se trata.
La concienciación es necesaria. Más allá de estudios que prometan avanzar la economía con una incorporación total de las mujeres en el ámbito laboral, político y educativo; no podemos perder de vista la injusticia que es pensar que muchas no veremos el día en que la paridad sea real. Sólo nos queda la esperanza que el ritmo de crecimiento se acelere, porque a este paso aún tendremos que acabar rezando para no volver atrás.
Cien años para acabar con la brecha de género, pues la reducción de ésta se ha estancado. El informe no sólo tiene en cuenta los salarios, sino también otras variables como la participación política de las mujeres y su acceso a la educación, salud e igualdad laboral. De hecho, los indicadores de paridad presentaban un progreso lento pero constante durante los últimos 10 años. Aun así, desde 2017 los resultados han empeorado, siendo el ámbito económico y el profesional los más afectados.
Klaus Schwab, presidente y fundador del Foro Económico Mundial, expresó su preocupación al respecto: “La desigualdad de género priva al mundo de un enorme recurso de talento sin explotar en un momento en que es tan importante”.
Países con mejores y peores resultados
El documento, que sitúa la brecha de género en un 68%, vuelve a ser encabezado positivamente por países ya tradicionalmente ejemplares como Islandia -con la brecha más delgada, de un 87%, y que probablemente tenga relación con su recién aprobada ley que obligará a las empresas a certificar la igualdad de salarios-, Noruega y Finlandia. De cerca, les siguen Ruanda y Nicaragua. Ambos, en gran parte, por la participación femenina en el foco político.
Los países con mayores índices de desigualdad son, según el foro, Yemen, Pakistán, Siria y Chad. Y grandes potencias como Estados Unidos han bajado en calidad, situándose este en el número 49 de la lista, pues su “empoderamiento político” obtiene los resultados más bajos desde 2007.
España, por su parte, ha subido 4 puntos en el ranking, aunque se señala que “sigue suspendiendo en igualdad”. Cabe recordar que en 2006 había llegado a ocupar el número 11 de la lista.
Hacia una competitividad real
El informe del Foro concluye lamentando la falta de presencia femenina en ámbitos que todavía parecen estar reservados solamente para los hombres. Recalca que la igualdad de derechos es básicamente justicia social y que sólo garantizando el desarrollo saludable de la mitad de talentos del mundo, éste podrá prosperar hacia una competitividad auténtica.
La clave está en la educación, pues se advierte que asegurando el acceso equitativo a ésta se reducen las tasas de mortalidad materna e infantil, se incrementa la fuerza laboral y también los salarios. Otros estudios del Banco Mundial indican que invertir en educación femenina incrementaría los ingresos de las mujeres entre un 54% y un 68%. La propia OIT también ha declarado que la paridad podría incrementar notablemente el PIB de países como Reino Unido, Estados Unidos, Japón o Francia.
Aun así, falta un cambio de mentalidad por parte de gobiernos e instituciones tanto públicas como privadas. Recordemos, si no, la difícil tarea de desarrollarse como profesional en el mundo académico y de ciencias. Espacios que deberían dar ejemplo de buenas prácticas también se quedan encallados cuando de evolución se trata.
La concienciación es necesaria. Más allá de estudios que prometan avanzar la economía con una incorporación total de las mujeres en el ámbito laboral, político y educativo; no podemos perder de vista la injusticia que es pensar que muchas no veremos el día en que la paridad sea real. Sólo nos queda la esperanza que el ritmo de crecimiento se acelere, porque a este paso aún tendremos que acabar rezando para no volver atrás.
