Reducción de jornada, aumento de la desigualdad
Redacción Protección Laboral07/11/2016
La reducción de jornada está a menudo relacionada con la crianza y esta, a su vez, con la mujer: Eurostat publicó una encuesta sobre el trabajo a tiempo parcial en relación con el género. Sus datos revelan que, en España, el 30% de las mujeres con hijos tiene este contrato. Por otro lado, la cifra de padres con este tipo de contrato sólo ronda el 6%; con lo que el cuidado de los hijos sigue siendo una tarea tradicionalmente reservada a las mujeres.
Pero esta desigualdad, aun es más acusada en el resto de países europeos. En Holanda, por ejemplo, el 79% de las madres tiene trabajo a tiempo parcial frente al 14 % de los padres. En Alemania las cifras se mueven a un 59% respecto un 6% en el mismo orden. Y el caso más relevante es el de Luxemburgo, con un 52% de madres frente los hombres que sólo rozan el 0%. Si bien es cierto que, en Europa, la jornada a tiempo parcial tiene un carácter más voluntario que en España, donde este tipo de horario ha sido casi impuesto para ambos sexos, como medida de ahorro para las empresas.
Nuestro país ha tomado el éxito internacional del contrato a tiempo parcial (pensado para fomentar la conciliación laboral ya sea en hombres o mujeres) como una vía para conseguir reducir las altas tasas de paro, contratando a más gente por salarios menores. De hecho, en una encuesta de la EPA, el 62% de ocupados parcialmente han declarado que preferirían trabajar a jornada completa. Y la mayoría de mujeres dicen aceptar este tipo de contrato porque se ven obligadas a hacerlo.
Lo delicado de esta modalidad es que, además de generar un sueldo menor, impide la promoción de las mujeres a cargos de mayor responsabilidad y perpetúa el rol de género. En otras palabras, potencia la imagen de la mujer como responsable del hogar y los hijos. A su vez, esto mantiene el famoso techo de cristal y ocasiona que donde se toman las grandes decisiones no haya presencia femenina ilustrada. Para una prueba esta foto de Las empresas del Ibex 35.
eldiario.es
Si, además, le sumamos la brecha salarial de género que no deja de subir, se potencia aún más concepto llamado “feminización de la pobreza”.
Con eso no queremos decir que la jornada reducida en las mujeres sea algo malo de por sí. Pues también tenemos derecho a escogerla sin coacción. Sin embargo, no nos gusta que este tipo de jornadas se reserve por sistema a las mujeres. Ni que, estadísticamente, el mundo laboral siga estando hecho por y para hombres, en 2016.
Pero esta desigualdad, aun es más acusada en el resto de países europeos. En Holanda, por ejemplo, el 79% de las madres tiene trabajo a tiempo parcial frente al 14 % de los padres. En Alemania las cifras se mueven a un 59% respecto un 6% en el mismo orden. Y el caso más relevante es el de Luxemburgo, con un 52% de madres frente los hombres que sólo rozan el 0%. Si bien es cierto que, en Europa, la jornada a tiempo parcial tiene un carácter más voluntario que en España, donde este tipo de horario ha sido casi impuesto para ambos sexos, como medida de ahorro para las empresas.
Nuestro país ha tomado el éxito internacional del contrato a tiempo parcial (pensado para fomentar la conciliación laboral ya sea en hombres o mujeres) como una vía para conseguir reducir las altas tasas de paro, contratando a más gente por salarios menores. De hecho, en una encuesta de la EPA, el 62% de ocupados parcialmente han declarado que preferirían trabajar a jornada completa. Y la mayoría de mujeres dicen aceptar este tipo de contrato porque se ven obligadas a hacerlo.
El impacto del contrato a tiempo parcial (forzado)
Lo delicado de esta modalidad es que, además de generar un sueldo menor, impide la promoción de las mujeres a cargos de mayor responsabilidad y perpetúa el rol de género. En otras palabras, potencia la imagen de la mujer como responsable del hogar y los hijos. A su vez, esto mantiene el famoso techo de cristal y ocasiona que donde se toman las grandes decisiones no haya presencia femenina ilustrada. Para una prueba esta foto de Las empresas del Ibex 35.
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Si, además, le sumamos la brecha salarial de género que no deja de subir, se potencia aún más concepto llamado “feminización de la pobreza”.
Con eso no queremos decir que la jornada reducida en las mujeres sea algo malo de por sí. Pues también tenemos derecho a escogerla sin coacción. Sin embargo, no nos gusta que este tipo de jornadas se reserve por sistema a las mujeres. Ni que, estadísticamente, el mundo laboral siga estando hecho por y para hombres, en 2016.
