El precariado no es sólo un concepto
Redacción Protección Laboral13/12/2017
Los tiempos en los que uno debía considerarse afortunado por el mero hecho de tener trabajo ya han pasado. Si es que alguna vez existieron. La pobreza ya no es sinónimo de desempleo. También se da en muchos españoles con un empleo precario.
Así se manifiesta en el último informe de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza, cuyos resultados se recogen en eldiario.es. En España casi un tercio (32,6%) de la población pobre mayor de 16 años tiene un empleo remunerado.
El estudio tiene en cuenta 3 factores para determinar el umbral de pobreza: tener ingresos inferiores a 684 € en el caso de una persona o 1700 en el de una familia de 5 miembros, sufrir carencia material severa (retraso en los pagos de vivienda, no tener vacaciones o teléfono) y baja intensidad en el empleo (un trabajo de menos de 2 horas). La temporalidad, los contratos de un día, por obra y servicio o los sueldos precarios se pueden dar en cualquier de estas situaciones y de sobras es conocido que en nuestro país están en boga.
Parece que una nueva clase social ha nacido o está en camino, la de los trabajadores en riesgo de pobreza. O más concretamente el concepto del “precariado”, un término acuñado por el economista británico Guy Standing y explicado en su libro con el mismo título.
En su libro “El precariado: una nueva clase social”, Guy Standing compone la palabra a partir de juntar “precario” (inestable, inconsistente) y proletariado (clase trabajadora). Pero esta otra clase se definen por la “inconsistencia y debilidad de los mecanismos que garantizan su subsistencia”.
Standing los sitúa justo un paso por encima de los extremadamente pobres, quienes viven en la calle, y distingue tres grupos entre ellos: los jóvenes procedentes de inmigración que carecen de futuro, los jóvenes con estudios que no pueden acceder a un trabajo estable y las personas mayores desclasadas (que no están integradas en un grupo social o que se hallan en uno que no le corresponde) procedentes del medio obrero.
Los precarios, según el autor, cambian a menudo de trabajo y no por voluntad propia. Están sobre-cualificados para los empleos a los que pueden acceder y carecen de control sobre la evolución de su carrera. Señala a la globalización, sus políticas de trabajo y la competitividad que implican como culpables de la situación. “En países como Gran Bretaña o España, el aumento de empleo va acompañado de una bajada de los salarios medios, principalmente porque los nuevos empleos están peor remunerados.” afirmó en una disertación en los “Encuentros Económicos de Aix-en-Provence”. Podemos decir que es un panorama que a los españoles nos suena, ¿verdad?
En su último libro, “El precariado: una carta de derechos”, Standing repasa movimientos como el 15M o Occupy Wall Street y su relación con la precariedad. Asimismo, abarca temas como la importancia de redefinir nuestro contrato social y ofrece una serie de medidas políticas para acabar con la desigualdad generada por la globalización neoliberal. Entre ellas, la Renta Básica Universal.
Sea ésta o no la solución, no podemos negar que muchos deben verse reflejados en esa definición de precariado. O en la de lumpenproletariado, término marxista que significa otra clase por debajo del proletariado y que generalmente se puede referir personas con muy pocos medios y no organizadas, que se ven relegadas a tener que subsistir como puedan. Lo llamemos como queramos, estas clases existen. Y, a la espera de que cambien las cosas, han llegado para quedarse un tiempo.
Así se manifiesta en el último informe de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza, cuyos resultados se recogen en eldiario.es. En España casi un tercio (32,6%) de la población pobre mayor de 16 años tiene un empleo remunerado.
El estudio tiene en cuenta 3 factores para determinar el umbral de pobreza: tener ingresos inferiores a 684 € en el caso de una persona o 1700 en el de una familia de 5 miembros, sufrir carencia material severa (retraso en los pagos de vivienda, no tener vacaciones o teléfono) y baja intensidad en el empleo (un trabajo de menos de 2 horas). La temporalidad, los contratos de un día, por obra y servicio o los sueldos precarios se pueden dar en cualquier de estas situaciones y de sobras es conocido que en nuestro país están en boga.
Parece que una nueva clase social ha nacido o está en camino, la de los trabajadores en riesgo de pobreza. O más concretamente el concepto del “precariado”, un término acuñado por el economista británico Guy Standing y explicado en su libro con el mismo título.
¿Qué es exactamente el precariado?
En su libro “El precariado: una nueva clase social”, Guy Standing compone la palabra a partir de juntar “precario” (inestable, inconsistente) y proletariado (clase trabajadora). Pero esta otra clase se definen por la “inconsistencia y debilidad de los mecanismos que garantizan su subsistencia”.
Standing los sitúa justo un paso por encima de los extremadamente pobres, quienes viven en la calle, y distingue tres grupos entre ellos: los jóvenes procedentes de inmigración que carecen de futuro, los jóvenes con estudios que no pueden acceder a un trabajo estable y las personas mayores desclasadas (que no están integradas en un grupo social o que se hallan en uno que no le corresponde) procedentes del medio obrero.
Los precarios, según el autor, cambian a menudo de trabajo y no por voluntad propia. Están sobre-cualificados para los empleos a los que pueden acceder y carecen de control sobre la evolución de su carrera. Señala a la globalización, sus políticas de trabajo y la competitividad que implican como culpables de la situación. “En países como Gran Bretaña o España, el aumento de empleo va acompañado de una bajada de los salarios medios, principalmente porque los nuevos empleos están peor remunerados.” afirmó en una disertación en los “Encuentros Económicos de Aix-en-Provence”. Podemos decir que es un panorama que a los españoles nos suena, ¿verdad?
En su último libro, “El precariado: una carta de derechos”, Standing repasa movimientos como el 15M o Occupy Wall Street y su relación con la precariedad. Asimismo, abarca temas como la importancia de redefinir nuestro contrato social y ofrece una serie de medidas políticas para acabar con la desigualdad generada por la globalización neoliberal. Entre ellas, la Renta Básica Universal.
Sea ésta o no la solución, no podemos negar que muchos deben verse reflejados en esa definición de precariado. O en la de lumpenproletariado, término marxista que significa otra clase por debajo del proletariado y que generalmente se puede referir personas con muy pocos medios y no organizadas, que se ven relegadas a tener que subsistir como puedan. Lo llamemos como queramos, estas clases existen. Y, a la espera de que cambien las cosas, han llegado para quedarse un tiempo.
