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Cuando nuestro trabajo nos enferma

Redacción Protección Laboral09/10/2017
Mañana, 10 de octubre, es el Día Mundial de la Salud Mental. En España, particularmente, 2017 se declaró como el año de la Salud Mental, tras constatar que las enfermedades mentales afectan tanto al sistema sanitario como a la economía en general. La última década y la precarización que ésta he dejado han propiciado una situación en la que trastornos como la depresión, la ansiedad e incluso el consumo de sustancias se han visto incrementados. Es más, la OMS prevé que estas patologías serán en 2020 la principal causa de las bajas laborales.

Es necesario reconocer que muchas enfermedades mentales tienen su origen en el trabajo. Las nuevas condiciones de productividad y competitividad afectan negativamente la salud mental. Pues son generadoras de estrés, burnout, inseguridad y presión laboral-carga mental.

Son muchas las organizaciones implicadas en las tareas de concienciación. La Sociedad Española de Psiquiatría lanza campañas orientadas a “sensibilizar sobre las enfermedades mentales eliminando su carga negativa y la discriminación, así como a mejorar la imagen de los profesionales de la psiquiatría”. La Agencia para la Seguridad y la Salud en el Trabajo (EU-OSHA) señala que los factores que favorecen una buena salud mental en el trabajo son el apoyo social, la sensación de inclusión y sentir el trabajo como algo relevante. También cabe recordar que la ley obliga a los empresarios europeos a gestionar los riesgos para la salud y la seguridad de los trabajadores, lo que incluye los riesgos para la salud mental.

Las consecuencias de las enfermedades mentales no son pocas ni para el trabajador ni para las empresas: según un estudio de la Asociación Europea para la Depresión (EDA), 1 de cada 10 empleados ha causado baja laboral por depresión. Una patología que afecta a 300 millones de personas en el mundo y es la primera causa de discapacidad según la OMS. Además, la cantidad de prejuicios relacionados con dicha enfermedad provoca que en la mayoría de casos no se diagnostique ni se trate como es debido. Se opta por estigmatizar sin reconocerlo como una enfermedad como pueden serlo la diabetes o la hipertensión, cuando se trata del segundo problema de salud laboral más frecuente en Europa. Uno que le cuesta cada año 136.000 millones de euros.

Detectar si la padecemos


Como la mayoría de enfermedades, la depresión puede detectarse para tratarla e incluso prevenirla. Para ello necesitaremos identificar sus síntomas:

  • Tristeza a veces acompañada de irritabilidad.
  • Apatía.
  • Fluctuación del peso corporal.
  • Trastornos del sueño: padecer insomnio (no poder conciliar el sueño o despertarse varias veces durante la noche) o, por el contrario, dormir mucho y muy a menudo.
  • Cansancio, fatiga o desgana.
  • Angustia y sentimiento de culpabilidad.
  • Aturdimiento e incapacidad de concentrarse.
  • Adicciones debidas a la necesidad de evadirse.
  • Desesperanza.
  • Pensamientos autodestructivos o ideas suicidas en casos graves.

Si se presentan más de tres de los síntomas en un periodo mayor a 15 días, es conveniente asistir al médico. Asimismo, prolongar la jornada laboral aumenta el riesgo de depresión. De hecho, la conclusión de un equipo de investigadores europeos y canadienses es que “trabajar en exceso deprime”, evidencia que avalan tras estudiar durante casi seis años a empleados públicos británicos de 35 a 55 años.

(Intentar) prevenir la depresión


Las enfermedades mentales pueden estar relacionadas con muchos factores internos o externos. Por eso no siempre se va a poder prevenir. Pero sí hay una serie de indicadores que nuestro trabajo puede afectar negativamente a nuestra salud mental. Si reconocemos muchos de ellos, puede ser momento de intentar cambiar de trabajo.

  • El trabajo nos aburre y tenemos necesidad de nuevos retos.
  • No se valora ni respeta nuestra implicación, cosa que provoca una bajada en nuestro nivel de exigencia personal y compromiso.
  • No hay posibilidad de crecimiento laboral dentro de la empresa.
  • Clima laboral tóxico: discusiones, amenazas, enemistades…
  • Disminución del rendimiento y la capacidad creativa debido a la carencia de estímulos. Ahí es cuando la jornada laboral se nos hace interminable.
  • Deterioro de la calidad de vida laboral: retroceso de cargo, sueldo…
  • Falta de compromiso o no comulgar con los valores éticos de la empresa.

Para más información sobre las enfermedades mentales y su efecto en nuestra vida laboral, puedes leer la versión más extensa del artículo en la PL92.

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